Video Post: My mono humps / Perdona a tu pueblo, Señor

Este video inspirado en el tema "My humps" de los Black Eyed Peas fue creado por este blogger en un momento de insanía y extrema desocupación. Advierto anticipadamente que podría herir profundamente la sensibilidad de los lectores de este pequeño espacio. Esta es una muestra de lo que puede ocasionar en el ser humano el aburrimiento de un pesado trayecto en bus. Damas y caballeros, los dejo con mi entrañable amigo y hermano del alma, "El mono". Únanse a los casi 30 mil espectadores que ya abandonaron corriendo sus pantallas, saludos. Esquina baja.

Tienes un e-mail

Hola a todos nuevamente, este nuevo post no está dedicado a nuestro amigo el cobrador o a su florido verbo. Tampoco al carismático chofer que arranca antes de que pienses en subir. Mucho menos al inoportuno controlador que te despierta de tu apacible siestita solo para romperte tu boleto por la mitad.

No, esta nueva intervención es acerca de un extraño fenómeno de socialización que pretende convertirse en la nueva forma de conocer amigos, parejas y hasta...¿clientes?. Mira bien el espaldar del asiento que está en tu delante, podrás encontrar desde correos y pensamientos hasta letanías a Satán. Los mismos rótulos urbanos que se han apoderado de las combis y que en este post bautizaré como "combiavisos clasificados".

Estos "combiavisos clasificados" no solo vienen en todos los tamaños, tipos y lenguajes que el transeúnte se pueda imaginar, sino que tienen las más diversas e insospechadas intenciones. Sin más preámbulos, una clasificación a grosso modo de los diferentes tipos de "combiavisos":


1) Vuelve conmigo "amor"

Este es el típico anuncio de un muchacho o muchacha desesperado o desesperada por recuperar a la colegiala o reggaetonero que la o lo mandó a volar. La pregunta es, mi estimado(a) luchador(a) romántico(a), ¿Qué te hace pensar que de las cerca de 27 mil unidades de transporte público que circulan en Lima Metropolitana, tú amor perdido se subirá justamente a esa combi?. Una estrategia algo incierta si lo que quieres es recuperar al chico o chica que te dijo "hasta aquí 'nomás", "no eres tú, soy yo", "démonos un tiempo" y toda la verborrea típica del fin de una relación con alguien que se aburrió de ti. Generalmente, este tipo de anuncios vienen escritos con lapicero o plumón Faber Castell y con un pulso bastante inestable, probablemente a razón de la crisis que atravieza el autor o autora. El contenido llega desde el mero "perdóname" hasta poesías enteras con corazones y snoopys deformes, tampoco pidamos perfección si el artista está limitado por el bamboleo de la combi.

2) Solo porque sí

Este tipo de combiaviso no tiene una finalidad clara, por lo menos no hasta que le escribas a la persona que pretende establecer contacto contigo. El perfil psicológico de los autores de este tipo de anuncio es algo duro de roer, pero los perfiles varían: desde la colegiala fea y gordita a la que nadie hace caso, un "chico solitario y de buenos sentimientos" que necesita compañía "y algo más" (generalmente un encuentro cargado de fricción que termina incrementando las tristes estadísticas de hombres y mujeres con ETS), pasando por el cibernauta en crisis cuyos únicos contactos del msn son su mamá, su tía y su hermanita menor (quien lo tiene en no admitir), hasta el maníaco(a) ninfómano(a) que no teme ser víctima de un traficante de órganos que lo pepee, le saque los riñones y lo guarde en pedacitos en una cajita de leche Gloria dejada luego con cariño en la puerta de su casa que aparecerá por 40 segundos en los policiales de algún noticiero local de baja sintonía. ¿La estructura? ninguna, solo el e-mail escrito completo recortando el hotmail a "hot..."


3) "Amix por 100pre"

El mundo de la fantasía y la ilusión vienen a mi mente al ritmo de Floricienta cantando que se queda muda cuando veo este tipo de letreritos. Los asientos traseros de los buses y combis son tomados por asalto con el liquid paper para inmortalizar los nombres de los miembros de una pandilla de colegio nacional unida por siempre y para siempre hasta el fin, sí señor. No es necesario poner el nombre completo cual padrón, tan solo el apodo uno detrás de otro con el nombre de la promo arriba o abajo.

Y mucho menos importa si usted deja las entrañables aulas del colegio este mismo año, puede anticiparse anunciando su egreso como "Promo 2010, 2011" y hasta 2015 (créanme, hablo en serio). Si es es usted una damita, entonces variará la estética del dichoso aviso, pues sus plumones "Patita", o sus marcadores de escarcha con olor a fruta sintética (que solemos fumarnos en los baños entre clase y clase) se esforzarán hasta el desgaste extremo por plasmar a las 5 amiguitas más inseparables y felices de la promoción JUXIRELOVI ("Juntos x 100pre recordando lo vivido") RULIVECHU, ARRECHIMANGO, PIKACHU, CHACHACHA o cualquiera sea el acrónimo de la frase que ostente usted en su anuario de promoción. Todo es válido para perennizar esta hermosa edad que se nos escapa de las manos de manera ingrata y acelerada.

Claro que nunca faltará la versión masculina de este tipo de carteles. No podemos olvidar a los 'malditos', los 'pajas', los 'faites', los 'bacatranes' y hasta los (no se vayan a ´burlar), 'culipanderos' que inmortalizan su bravura urbana dejando bien en claro que 'no hay pa nadie' y dejando su legado de 'big boss' con plumón de pizarra o 'fai pen'. Al leer estos pintorescos escritos con mucho 'flow' no dejo de pensar que si algún día Wisin y Yandel, Arcángel, Daddy Yankee, Ivi queen, Miguelito, Don Omar y toda la sarta de expositores del género reggaetón suben a una combi diciendo "salte del medio", se sentirían honrados y llorarían de emoción ante tan tierno homenaje.

4) "Solo para contratos"

Ante la proliferación espontánea de colegiales nostálgicos, gente sumida en la soledad y amantes de microbús, surge un nuevo tipo de aviso con una intención más que directa: convertir al lector en el más fiel de los parroquianos, ya sea gratis o con algún sencillo de por medio. La oferta es variadísima y hay para todos los gustos: chicos buscando chicas, chicas buscando chicos, chicos buscando chicos, chicas buscando chicos para que dejen de buscar chicos y devoradores nocturnos que "atracan" con lo que sea. Tome lápiz y papel, que los mails y los teléfonos celulares están a la orden del día si lo que quiere ustes es un poco de afecto y calor.

Hay quienes son más directos en su objetivo y no ven recurso mejor que precisar la especialidad dentro de las infinitas faenas amatorias: Posiciones, gustos, deseos y promesas de una noche intensa de danzón y arrabal en el reino de las cuatro perillas. Cuidado, vaya usted a saber si el susodicho, susodicha (o ambos) no es de su completo agrado: tal vez, infortunado caballero, haga usted contacto, cual espíritu chocarrero, con un alma en pena devorada por la celulitis y usando pantimedias y licras que amenazan con zucumbir ante la gordura de un paquidermo apodado "lolita", "charapita", "gatita" y hasta "Zusi Día" (que jamás suba a una combi la ex congresista, pues no sabría si enfurecerse por la torpeza de quien escribió su nombre o por la indecorosa usurpación). Hay de todo en la viña del Señor, sino me creen, revisen su asiento, damas y caballeros.

Finalmente, dentro de este ofertorio sexual se alzan quienes únicamente hacen peticiones al potencial cliente dejando, bien clarito, el número o mail de contacto: "azótame", "castígame", "ámame", "entrégate", "devórame" y un sinfin de requerimientos que algún buen zamaritano esté dispuesto a cubrir con desprendimiento y generosidad. Las peticiones más graves no han sido transcritas por respeto al lector y porque usted podría estar ingiriendo algún alimento mientras recorre estas líneas. No queremos que su momento gastronómico se eche a perder.

5) Los Vallejos

El lado artístico del asunto se encuentra en esta categoría. Los aspirantes a poeta urbano que escriben en los asientos de las combis parecen no disponer de dinero para comprar su cuadernito loro de 50 hojas. No, sabemos que se viene una crisis y lo mejor es ahorrar escribiendo en la combi. Los poemas van desde el amor bucólico y enfermizo hasta odas escritas en honor a las cosas más insospechadas.


Las letanías al mismísimo Satán nunca faltan, claro que se trata de gente que en su ánimo de espectacularidad pecan de malos escritores y lanzan un sinfín de palabras sacadas de un niño pidiendo dulcecitos en el Parque Kennedy durante Halloween. Estas composiciones no suelen ser muy creativas y suelen extenderse por las paredes de la combi con plumón indeleble remarcado con insistencia. La pregunta del millón es: ¿Dónde demonios está el cobrador en ese momento?.

Hemos llegado al final de este recorrido por los graffitis sobre ruedas que han convertido a la combi en un espacio para las ideas del alma. Un rinconcito bohemio para inmortalizar las amistades, los amores perdidos, las bajas pasiones y el kamasutra completo en la superficie de triplay y plástico que es el espaldar de su línea de transporte habitual.


Deje salir al Neruda de Liquid Paper que lleva dentro, no deje pasar la oportunidad de inmortalizarse junto a sus amiguitos de promoción y si no tiene con quien dormir esta noche, llame ahora, llame ya y no se deje sorprender, luego no hay lugar a reclamo. Qué miedo, mejor no llame, no sea que le toque un traficante de órganos o una dama artificial con detalles demás. Sucre baja, ¿que no es paradero?, en fin...

click to comment





click to comment





click to comment





click to comment





click to comment


Videopost: Suerte de escolar

Este video me devuelve a la mente las no tan lejanas épocas de escolar, tiempos en los que tú, tu mochila de canje de metro, tú chompa, tu insignia, tu camisa salida del pantalón, tus ínfulas de futuro del país y tu cara de 'voy a llegar tarde, coño' eran invisibles para un cobrador que gozaba dejándote con la mano alzada en el paradero. Para grandes amigos que aún sufren este suplicio denigrante, aquí un videopost con un infortunado escolar que al parecer deberá ponerse frente a la combi para que lo recojan.

Videopost: Cuando el sueño puede más

A veces el sueño nos vence en cualquier lugar y la combi no es la excepción...

Lero, lero, jojolete

Una nueva mañana se inicia para este humilde (no ser rían, humilde) universitario, he abandonado el paradero de la avenida Universitaria para trasladarme al Paseo Parodi, en donde algún micro o combi hospitalaria terminará de recogerme para concluir así el trayecto a mi Alma Máter.

Pasan dos minutos, tres, cuatro, cinco. Se me va haciendo tarde y una gota de sudor recorre mi frente en señal de que es mejor apurarse. Al fin, un bus celeste se aproxima para recogerme. Ya más de una vez he mencionado que este tipo de unidades paran algunos metros más allá del punto en donde alzas tu brazo para detenerlas. Esta no es la excepción, sino la exageración a la regla, pues frena sus ruedas a interminables 7 u ocho metros de mí. Cuatro segundos son suficientes, el vehículo se ha llenado totalmente antes de que pueda acercarme a la puerta. Una oficinista se agarra al manubrio, tal vez su llega tarde su jefe le descuente o la mire mal y eso no puede pasar, aunque tenga que viajar en la misma postura que el cobrador para evitar tal desdicha.

El bus se aleja dejándome malhumorado y a la vez desconcertado de que solo en el escalón de entrada puedan ir de pie y apretujadas cinco o seis personas. Parece mentira, pero es sólo una mínima muestra de los actos desesperados de los transeúntes ávidos de puntualidad del Paseo Parodi.

La pegajosa melodía de una salsa sensual me anuncia que mi salvación, la Covida (a la cual dedicaré más de seis post en el futuro), ha aparecido doblando la esquina. Lenta, serena, tranquila y recordándome a la canción esa que dice “es un buen tipo mi viejo”. Ah, la Covida, siempre a tiempo, siempre dispuesta a recoger desamparados peatones víctimas de la indiferencia de las combis asesinas. Mis buenas intensiones y utopía de la puntualidad se esfuman como el humo negro del tubo de escape del inmenso bus. El gigante naranja acelera dejándonos a todos atrás, con nuestros sueños, con nuestro tiempo, con la vida por delante, casi burlándose de nosotros. No es para menos, manos y piernas se agitan saliendo por las ventanas. El interior del bus está abarrotado y a punto de reventar producto de esa deforme noción de geometría espacial alterada por las ganas del sencillito extra que siempre tiene el amigo cobrador. Siempre hay sitio para uno más, varón, siempre.

Mi urgencia por llegar tarde es sólo comparable ante la sangre que hierve en mi interior de sólo imaginar la sonrisa triunfal y amarillenta del vigilante cuyo orgásmico placer es aventar la pizarra y cerrar al paso los infortunados estudiantes que, víctimas de una Javier Prado intransitable y una insufrible La Marina, llegan con escasos segundos de retraso. Está bien, lo admito, no somos unos santos de la puntualidad, pero ellos son unos monstruos maniáticos que no perdonan un segundo, una retraso, un impase, un accidente. Y no pienso darles gusto, me quedan tan sólo ocho minutos antes de que el fatídico timbre de las 8 de la mañana repique en mi facultad dejando atrás a quien no haya podido llegar. Saldré más temprano para la próxima, pienso rindiéndome antes del último y despesperado empujón que la vida a veces te da cuando más lo necesitas.

Más de una vez he tenido la oportunidad de presenciar un acto similar, atrás quedó el tiempo en que la señorita del sastre apretado y curvas dibujadas bajo el polystel, se inclinaba cual gacela en la ventana del taxista para mantener una plática animosa llena de intentos de regateo previa al abordaje amistoso y pausado del vehículo. Al diablo con formalidades.

Las chicas presienten y huelen la llegada de su salvador taxista, ya no creen en combis ni en cobradores que han olvidado la existencia del medio pasaje. La escena es desconcertante y a la vez emocionante: cinco féminas interceptan el vehículo en movimiento que no llega a detenerse en la maniobra de abordaje.

Las salvajes fieras abordan la station vagon conel desenfreno, maña y velocidad de un matataxista. Demás está decir el precio (S/.1.00 en implícita chanchita), demás también el paradero (Negocios con Tomás Marsano) y las palabras quedan de lado cuando las ansiosas miradas del quinteto de féminas le dicen al taxista que debe pisar primera para llegar.

Las Diosas Malditas de la Gran Sangre me vienen a la mente. Es curioso como una nueva forma de vencer al tiempo surge producto del ingenio del peruano harto de los desplantes del cobrador, jojolete, lero lero. "El taxista me cobra lo mismo y no se anda con idioteces" me dice una desconocida y bella señorita aferrándose con fuerza a su bolso del extraño mundo de Jack Skellington.


"La misma tontera cada mañana, con el taxi no hay pierde", se nos une un castaño muchacho mucho menor y más pequeño, al parecer cachimbo, junto a su mejor amigo emo con ese típico peinado mechón largo de "no me veas el ojo derecho porque Dios me odia". El asiento delantero queda vacío y nos embarga una fugaz sensación de pánico: el taxista no arrancará si su auto no se llena.

Para nuestra fortuna, la divina señal no tarda en llegar con el sonoro taconeo de una alumna (al parecer de décimo) vestida de sastre y con una minifalda que es un regalo al género masculino. Mis ojos se detienen sobre su...expresión de fatiga. No van a tirarnos la pizarra en la cara, mi voluptuosa amiga, y si lo hacen (como diría Arjona) cuente con un servidor si lo que quiere es vengarse.

Arrancamos dejando atrás a las diez almas que pugnan por llegar temprano al igual que nosotros. Tras unos minutos de interminable ansiedad, llegamos a la puerta de la facultad abriendo las puertas como un Marca a punto de secuestrar a un empresario del Banco de Crédito, o al menos esa impresión damos a la venerable anciana que salta del susto al vernos bajar violentamente a escasos metros de ella. Tal vez ya la han raptado antes para llevarla a un museo.

La carrera por la vida comienza cuando pugnas con otros 6 millones de espermatoides para adentrarte en el óvulo que te permitirá volverte gente y continúa a lo largo de los años: qué mapa del Perú con bolitad de papel crepé está más bonito, qué collar de fideos codito quedó mejor para mamá, quien logró hacerle el habla a la amiga castañita de colegio ficho que fue al mismo quino que tú, si la agarras a la primera o debes esperar al próximo examen de admisión y una inmensa cantidad de etcéteras.

Estas y otras idioteces se me vienen a la cabeza mientras corro desesperado por el patio rumbo a mi salón. El timbre ha sonado y el guachimán sonríe triunfal, sin embargo paso rozando la pizarra y consigo entrar por una nariz. ¿Mi control de pagos? Aquí está...sí, sí...yo soy el de la foto no tienes que revisarlo tanto. La carrera ha terminado, por lo menos hoy.

Extrañaré a la combi amiga que me llevaba por china a mi centro de estudios desde paseo Parodi, ese anhelo se ha vuelto incierto y el taxi colectivo la mejor arma contra las implacables agujas del reloj. Ojalá vuelva a encontrarme alguna vez con la chica de décimo y su implecable sastre....Hasta otro post.


Por navidad, una muestra de que el cariño y el amor también se viven en la combi. Un abrazo y saludos a la abuelita de Rambo.

Pasajeros inteligentes que pagan con sencillo...